Al pisco le sobran enemigos y muchos de ellos los tiene en casa
Mi pisco está realmente bueno. Me gusta su intensidad aromática, tan controlada y al tiempo tan expresiva, como si quisiera contármelo todo en un solo sorbo: sobre las tierras que le dieron vida, los paisajes que animan la existencia de sus viñas, el esfuerzo, los deseos más íntimos, las motivaciones, las alegrías y los desencuentros de sus gentes, el pasado que le abrió la puerta del futuro, las incertidumbres que dibuja la llegada de cada día… Todo está ahí. En esa pequeña copa con forma de lámpara antigua, abombada en la base y recogida y recta en la parte alta. Ahí se demuestran las mil realidades que enmarcan parte de la naturaleza de uno de los grandes destilados del mundo. … Este pisco huele bien extraño