El Año Internacional de la Quinua cayó como una losa sobre la vida de los productores tradicionales, que por entonces eran los agricultores del altiplano. No por el año en sí, que no sería recordado sin mediar las vacaciones subvencionadas de Nadine Heredia, sino por la forma en que se ocuparon del asunto. Hacía tiempo que los mercados europeos y norteamericanos vivían la fiebre de la quinua y la demanda crecía al mismo ritmo que los precios, tan altos ya que los propios productores dejaban de comerlo; salía más a cuenta venderla y comprar fideos para seguir tirando. Se consolidaba el cultivo de quinua en la selva y la costa y las zonas de siembra se extendían por Oregón, Carolina del Norte, Canadá, Italia, Holanda o Suecia. Ya no era tan nuestra. … Tocata y fuga en clave de quinua
