El día del campesino

El calendario de la computadora me avisó ayer. Hoy es el día del campesino, además del Inti Raymi, la fiesta del sol niño. De pronto entiendo la última campaña de Promperú celebrando a nuestros productores. La ansiedad inunda los ministerios del Perú en este final de ciclo y todos quieren demostrar que hicieron algo. Es como las municipalidades que siempre abordan a un mes de las elecciones las obras que postergaron durante años. Bienvenidas son, no importa cual sea el motivo; al fin salen cosas buenas coincidiendo con la despedida de algunos ministros.

Si Produce nunca se había mostrado tan activo como en los últimos seis meses de mandato –una o dos notas de prensa al día, anuncio de vedas para productos marinos, comisiones de trabajo…-, la Ministra de Comercio Exterior y Turismo esperó al fin del ejercicio para recuperar casi cuatro años de tiempo perdido y sacar a Promperú de la congeladora en la que hibernaba plácidamente. Y así nos llega la campaña situando al agricultor en el lugar que le corresponde.

Hace mucho tiempo que la gastronomía peruana se llena la boca cinco veces por día hablando del productor. El discurso no pasa de ahí. Salvo dos o tres cocineros aislados, el producto y el productor son apenas pretextos promocionales para mostrarse en webs, videos, diarios y congresos. Cumplida la labor auto promocional, el productor deja de interesar y pasa a diluirse en medio del discurso. Se cuentan con los dedos de una mano los cocineros que compran directamente sus productos al agricultor y tejen esa sobada y manida alianza cocinero-campesino. Llegada la hora de la verdad, la legión de exégetas se despoja de aprovechados, interesados y falsos seguidores para verse reducida a la mínima expresión.

Les cuento una pequeña historia. Hace un año, un cocinero limeño compró cinco mil kilos de tubérculos a un pequeño productor y quiso hacer partícipe de su compra al resto del gremio. La respuesta fue estremecedora: ninguno de esos cocineros tan solidarios en público se dignó a comprar más de dos kilos de productos en privado. El compromiso del gremio con aquel productor se cerró en cuatro soles por cabeza. Faltaron los fotógrafos.

Así que hoy celebramos el Día del Campesino, escrito así, con mayúsculas. Es justo, porque quienes forman el eslabón más humilde e ignorado de la cadena gastronómica son los auténticos protagonistas del milagro de la cocina peruana. Siguen condenados a vivir en la pobreza –todos somos responsables de eso-, pero aun así garantizan la supervivencia de ese inmenso tesoro que constituye la despensa del Perú. Siempre estuvieron muy por delante de nuestros cocineros.

Preferiría dejar el día de hoy para el Inti Raymi y celebrar al campesino durante el resto del año.

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