Lima vive la que podría ser última semana de confinamiento administrando las ausencias, que no son ni mucho menos las mismas para todos. Unos, que son los restaurantes, todavía embarcados en el reparto a domicilio, persiguen a un cliente que se prodiga menos de lo que esperaban, los otros, que vienen a ser una parte cada vez mayor de la ciudad, dedican su tiempo a buscar comida. En un mundo ideal serían caminos obligados a cruzarse, pero no es el caso. … La cocina en la mesa del hambre
