Un futuro sin presente

Hay una frase de Hamlet que dice «the time is out of joint» (al final de la escena en que el fantasma de su padre le pide que lo vengue), que suele traducirse por «el mundo está al revés» o «está desordenado», pero su significado real es, según el filósofo Jacques Derrida «el tiempo esta fuera de quicio». Estoy de acuerdo. Es una quimera pensar que el tiempo es lineal. El tiempo no es controlable.
Tal parece que el futuro puede concretarse por anticipado, dejando de ser futuro para convertirse en parte del presente. Como si el tiempo fuera lineal y nada pudiera alterar su trayecto. Incluso hay quien lo anticipa. Sucedió con Julio Verne, sus viajes a la luna y sus submarinos legendarios, aunque eso, más que el resultado de una secuencia, fue todo un salto en el tiempo. El mundo de la cocina se maneja, precisamente, en el lado contrario. Imposible aventurar el futuro en una disciplina que se ha demostrado impredecible a lo largo de la historia y mucho menos ‘construirlo’ desde el presente. El cataclismo culinario y alimentario que supuso la llega de los españoles al continente americano pudo ser cualquier cosa menos predecible. Y sin embargo nada fue igual desde ese momento en ningún lugar del universo de los sabores. No fue ni la primera gran transformación ni tampoco la última; todavía quedan muchas por llegar. Pasamos la vida intentando sentar las bases que definan la cocina del futuro y cuando llega, para ser parte de una nueva realidad, apenas guarda relación con lo que un día quisimos que fuera o pensamos que llegaría a ser.

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