La verdad siempre tiene dos caras (y una engaña)

“Chocolate peruano reconocido como el mejor del mundo”. Leo el titular del diario y lo paso por encima. Antes de eso ya me habían llegado el eco de los vítores, las palmas y las alaracas con que se celebraba el acontecimiento en la red: un chocolate peruano tuvo una medalla de oro en una feria celebrada en Londres. “Ganamos otra vez”, titulaba una de nuestras webs gastronómicas más activas. Porque, todo hay que decirlo, conseguimos otros éxitos, como incluir un producto peruano entre las mejores elaboraciones del sector bebidas achocolatadas, subsector bebidas alcohólicas y tres medallas más entre los bombones.

La de los premios es una historia que aburre, de manera que sólo serán un par de notas. La primera es que los certámenes de este tipo atraen participantes a sus concursos -cobran por presentar muestras- ofreciendo una cuota de premios que oscila, según el certamen, entre el 30 y el 80 por ciento de las muestras presentadas.

La segunda es que los titulares engañan. Perú no obtuvo el premio al mejor chocolate del mundo, sino al mejor chocolate con leche y de origen. Es decir, a un chocolate con un alto porcentaje de leche elaborado con una variedad de cacao procedente de la misma zona de producción.

Una cosa es el premio al mejor chocolate del mundo, otra distinta el premio al mejor chocolate con leche y otra bien diferente el premio al mejor chocolate con leche y de origen. Por su parte, el segmento de bebidas achocolatadas repartió un total de 18 premios: cuatro medallas de oro, ocho de plata y seis de bronce. La nuestra fue de bronce y correspondió al cuarto lugar del subsector de bebidas alcohólicas.

Chocolates y otros productos elaborados con cacaos peruanos obtuvieron dos premios -una medalla de oro y otra de bronce-, en dos categorías menores de un certamen que reparte distinciones en 56 segmentos diferentes y que otorgó 143 medallas, entre ellas 35 de oro.

Primera (y esperanzadora) conclusión: Son buenos resultados. No somos los mejores del mundo pero estamos en el buen camino. No es poco en un sector que apenas da los primeros pasos.

Segunda (y triste) conclusión: El periodismo es información, en lugar de tergiversación. Hay días en que los palmeros profesionales no dejan ver el bosque.

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