Si la torre de Babel tuviera un equivalente agrícola, bien podría levantarse en alguno de los cacaotales que recorren la linde de la Amazonía peruana. Ya saben, el café arriba, deslizándose por las laderas hasta llegar a los mil metros y luego el cacao, consolidando la masa forestal. Cada árbol es diferente al siguiente. Se ve en los frutos que encuentro en el momento de producción más bajo del año. Unos son amarillos, otros de color violáceo, algunos muestran todos los tonos del verde, los hay alargados y rugosos y redondeados y casi lisos. Y sin embargo tienen algo en común, un hilo que teje una trama sobre este cacaotal y mantiene unido cada árbol: la calidad y el origen. … La vida de la selva tiene forma de cacao