Foto: Marina García Burgos
El primer insecto que llevé a la boca de forma consciente fue un chapulín. Siguieron unos gusanos del mezcal y, sin solución de continuidad, una bandada de hormigas. Puede que fueran hormigas mieleras, esas que llaman vinguitos, o cualquier otra. Ni se me ocurrió preguntar. Sólo importaba una cosa: estaba comiendo hormigas. Luego me acerqué a otras cocinas y aprendí a separar especies, pude diferenciar las hormigas culonas de las limoneras y me hice fuerte con los escamoles, las larvas suaves y delicadas de una hormiga que prospera en torno al maguey. … Arañas, gusanos, grillos y otros alimentos (Bichos exquisitos)