Avenida La Mar, la calle más gastronómica de Lima

Para abril del año 2005, la primera vez que se abrieron las puertas de La Mar, la entonces nueva cebichería de Gastón Acurio en Lima, la Avenida del Mariscal La Mar de la que la cebichería tomó el nombre todavía era una de las calles de Miraflores, el distrito comercial de Lima, de las que se hablaba con más respeto y algo de temor. Aun así, los hermanos Chang-Say se habían instalado en 2001, tres años y medio antes, en la cuadra 13, donde abrieron Pescados Capitales al final de una calle repleta entonces de talleres mecánicos y viviendas humildes de una planta.

Hasta su llegada, el único restaurante abierto en aquella calle era la cebichería La Red, de Isolina Vargas, que aguanta desde febrero de 1981 y perpetuarían sus hijos, los hermanos Del Castillo, ya convertido en restaurante.

No era una calle fácil. José Del Castillo contaba hace años que cuando chicos no solían pasar de la cuadra cinco de la avenida. Su restaurante estaba y está en la esquina final de la tercera manzana, y en la quinta se establecía una suerte de frontera entre la conveniencia y lo recomendable. Más allá, se vivía una realidad diferente que hablaba de inseguridad y de microtráfico.

Todavía eran tiempos prósperos para la cocina callejera y la carretilla de Grimanesa Vargas estaba cerca de allí, casi en el encuentro de La Mar con Santa Cruz y Enrique Palacios. Años después, empujada por las formas de la nueva ciudad, llevó sus anticuchos al muro trasero de La Mar y de allí la obligaron a saltar a la formalidad del local de Ignacio Merino, a diez metros de Mariscal La Mar, que hoy gestionan sus hijos.

De uno a casi cincuenta

El distrito ha cambiado tanto que cuarenta y cuatro años después de la inauguración de La Red, la Avenida del Mariscal la Mar, la calle miraflorina dedicada al expresidente José Domingo de La Mar, es hoy la más gastronómica de Lima: 26 restaurantes y 9 cafés, 11 tiendas dedicadas a productos gastronómicos (del viejo barrio quedan una bodeguita y una heladería antigua) abiertos entre la cuadra tres y la trece, que marca el final frente al muro de los viejos cuarteles del ejército.

Dos gimnasios y cuatro negocios de lujo (muebles, electrodomésticos, cocinas de alto standing) acompañan el desarrollo urbanístico de una calle cuyas antiguas casitas unifamiliares han ido cediendo espacio a las nuevas torres de oficinas. Juno a ellas, una decena de peluquerías y los nuevos cafés de especialidad –Ok Café, el más reciente, AmarenaLa Caleta– que se unen a las cadenas –Puku Puku y Starbuks– los espacios ganados para servir café en tiendas más convencionales, como Il Pastificio o Flores & Café (a la vuelta de Jerónimo) y algún café más de la vieja guardia, tipo Mariatecon pastelería, o el emporio mixto -café, pastelería, restaurante, obrador central de la marca…- de María Almenara.

La pandemia vio cambios y la post pandemia los revisitó y por el camino perdimos algunos locales, generalmente embarcados en la fiebre del café que han quedado vacíos a la espera de nuevas aventuras. Si combinas el número de cafés -17 si contamos los ocho de las calles circundantes- con el de las peluquerías (9) veremos una curiosa tendencia en esta parte de la ciudad: los habituales toman café y se cortan el pelo con una frecuencia nunca antes conocida.

Una calle cebichera

Todo empezó por Pescados Capitales, una cocina con referencias ingeniosas que siempre ha vivido más pendiente de encontrar un cocinero que las haga pasar del enunciado al plato en las mismas condiciones. El turismo, apoyado en la circunstancia de ser la primera cebichería de Lima (podría ser la última; el limeño no las visita de noche) que decidió abrir por las noches le ayudó a conseguir el respaldo de turismo internacional. La historia tocó tierra con la inauguración de La Mar y se prolongó, años después con la de El Mercado, la cebichería de Rafael Osterling, en la paralela calle Mendiburu, a poca distancia de allí. La Avenida La Mar había cambiado de cara.

En la cuadra doce está Mayta, el restaurante de bandera de Jaime Pesaque, uno de los negocios limeños que más invierte en mostrarse (viajes de periodistas europeos y americanos, cocineros de otras latitudes y una de esas agencias de comunicación que maneja The 50 Best a golpe de talonario). A su costado, en un semisótano, Gusto Creciente, un espacio casual pensado para abastecer a las oficinas del edificio al que pertenece, casual y de cercanía.

En el siguiente cruce se instaló Jerónimo, con Moma Adrianzén a la cabeza, ocupando el espacio de un negocio fallido, justo enfrente de otro que empezó fuerte y se fue desinflando, llamado La Cucharita, en el mismo local que ahora ocupa la filial de La Preferida, un clásico del distrito. Otro clásico de Miraflores, la fiambrería y bar Zimmermann, también abrió sucursal en la última cuadra de La Mar, junto a una pizzería de nuevo cuño, parada actual en la seguidilla de negocios que han ido sucediéndose en ese mismo esquinazo. El primero fue una hamburguesería a la moda, propiedad del mismo fondo titular de Pescados Capitales y La Nacional, nacida precisamente en la cuadra diez y cuyo local sigue vacío seis o siete años después del cierre.

Los dos recién llegados a la cuadra once pueden marcar el rumbo de ls nueva cara wue empieza a mostrar la calle. Uno es Dhaasu-Cocina Delhi, un especialista en cocina india de cercanía con algunos currys que le han ganado una nutrida corte de seguidores. Si el anterior local, en Barranco, se dedicada mayoritariamente al reparto a domicilio, este se anuncia con una vocación más abierta. Muy cerca, Señor Honey se presenta dedicado a lo que llama cocina neoyorkina, que hasta el momento nadie tiene muy claro qué es. La interpretación parece ir hacia las hamburguesas, bajo el paraguas de una salsa picante preparada con miel. Apenas da los primeros pasos y, como Dhaasu, tiene el nombre oculto por plásticos, lo que indica que los trámites burocráticos todavía no están resueltos.

Tiendas gastronómicas

Pared con pared con Señor Honey está La Vera, una tienda especializada en productos de la despensa norteña y enfrente el local en el que nació Flora & Fauna, la cadena de supermercados ecológicos que se extiende por Lima. Son dos de las 10 referencias de tiendas de venta de productos que en pocos años prosperan en la calle. El primero fue Il Pastificio(productos italianos, carnes, pan…) y le siguió El Pan de la Chola, la panadería y café que hizo furor. El antiguo local quedó como mero despacho de pan desde el principio de la pandemia y el nuevo, en la cuadra diez, incorporó la pizzería a su propuesta.

En eso, la Avenida La Mar también se distingue. Aquí apareció una de las primeras si no la primera pescadería de calle de Lima (normalmente recluidas en los mercados o los grandes supermercados), llamada Pesco, que comparte el despacho de pan con una pequeña cebichería, y también Fresquicarnes, una de las escasísimas carnicerías ajenas a mercados y lineales de súper. En la cuadra cinco, un poco más adelante de Pesco, aparece Chancay 850, que se presenta como charcutería artesanal, con una minúscula barra para estimular el consumo. Faltan dos heladerías, una en cada extremo de la calle, una panadería de barrio, dos bodeguitas tradicionales y los jugos de Las Delicias, frente a La Mar, donde también queda Amores Comestibles, un local popular de comida para llevar.

En la cuadra diez está Gour Meat, mitad carnicería mitad restaurante, el único local de parrillas junto a Don Nico, filial de una parrilla playera, una cuadra más atrás. En otras zonas de la ciudad, las parrillas son sinónimo de lujo, pero en la Avenida La Mar se traza un paisaje eminentemente cebichero y son la única excepción junto a La Verdad de la Milanesa, unos metros más arriba de La Mar.

Las referencias culinarias se acumulan a lo largo de la calle. Desde Barra Mar, donde estuvo la primera aventura de José del Castillo al margen de La Red, hasta La Mar-iposario, el bar-restaurante-café de Morphology, un centro comercial descolgado en tierra de nadie, aparecen otras propuestas conocidas: Santo Pez (cuadra 4), otra mega cebichería de los viejos tiempos,  Statera (5), viviendo su tercera reencarnación, hoy redefinido como bistró, Ronald (8), una cebichería popular, Sutorito Maquetto (8), sushi y bar de sake, Artemisa (9), un casual de vocación vegetal que declara una vertiente vegana, y la cebichería El Merlin de Cabo Blanco (11).

Paseando las perpendiculares y la primera paralela (Mendiburu; en la otra, General Córdova, no hay negocios) estánMatria, el ya citado MercadoLas ReyesLa Teoría de los 6 Cafés… Y en el cruce de La Mar con Federico Villareal, lacarretilla anticuchera de Carmen Martínez, Carmencita, que se instala cada tarde al caer la luz, un milagro gozoso en un distrito que hace años prohibió la venta ambulante. Pasen y coman, en la Avenida Mariscal La Mar hay mesa disponible.

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